Linares, de oasis industrial a desierto del desempleo




Con el 44,5%, Linares es la localidad española con más paro. La desindustrialización ha golpeado con especial fuerza en esta ciudad jienense que ha vivido un nuevo ciclo de movilizaciones


Con la marcha de la industria, arribó el desempleo. La vieja comarca industrial de Sierra Morena es hoy una mancha roja en una provincia tan solo anaranjada. Bailén, La Carolina y Linares, sus principales ciudades, superan el 20% de paro registrado, a pesar de que la capital jiennense ha descendido hasta el 16% en diciembre de 2017.
De los 43.000 parados jienenses, al menos 15.000 se encuentran en la comarca linarense y en el área industrial de la N-IV, que incluye a Andújar. Para Manuel Gámez, presidente de la Cámara de Comercio local, “la provincia está fea, pero la comarca está en la UCI”. Sin embargo, es justamente al paro registrado al que se agarra Ana Cobo, delegada de la Junta en Jaén, para defender que “Linares no es la que está peor”, poniendo como ejemplo a Cádiz. Sin embargo, el dato más demoledor y que fue la chispa de las movilizaciones recientes lo daba el informe de indicadores urbanos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que colocaba a Linares a la cabeza del desempleo español con un 44,5%, con datos de 2016. Algo que la Junta niega.  
Una situación que se ve amortiguada por el colchón que representan las prejubilaciones de los extrabajadores de Santana Motor, con un coste mensual de 2,5 millones. “Eso mantiene un nivel de gasto y consumo; de otra manera hubiera sido un desastre social absoluto, porque familias enteras dependen de las prejubilaciones”, comenta Selina Robles, concejala de IU en Linares. Sin embargo, la falta de oportunidades, en especial para la juventud, ha forzado a la emigración. En 2011, año del cierre de Santana, Linares contaba, según datos del padrón recogidos por el INE, con 61.110 habitantes. En 2017 la población descendía hasta 58.449.
Aunque las personas no son las únicas que se marchan. Según el estudio del tejido empresarial de Jaén, Linares pasó de 216 empresas industriales en 2007 a 161 en 2014. Pero la mayor evidencia del cambio en el modelo económico linarense se observa en el tamaño de las empresas. En 2010 tenía una media de 4,4 trabajadores por empresa —por encima de la media provincial, de un 3,4—. Sin embargo, en 2014 la media cayó a 3 trabajadores por empresa, mientras la provincia resistía en un 3,2. En esos cuatro años, Linares perdió 15 de las 20 empresas con más de 50 empleados.
Una situación económica que complica el clima social y agudiza, en opinión del Secretariado Gitano, los conflictos raciales. Los barrios de Arrayanes y El Cerro concentran el mayor número de población gitana, siendo este último el epicentro marginal de la ciudad. La crisis golpea con más fuerza a las minorías. Por eso Eva Lechuga, responsable provincial de la Fundación Secretariado Gitano en Jaén, reivindica “un trabajo específico con la comunidad gitana para acabar con la desigualdad de oportunidades”. Sheila, linarense gitana, defiende que se pongan en marcha “instrumentos específicos para una comunidad con una idiosincrasia completamente diferente a la castellana”. Para la responsable de FSG Jaén, los retos principales a los que se enfrentan son la educación y el empleo, y para ello “hay que trabajar hasta alcanzar el punto cero, es decir, el punto de partida para que todos los ciudadanos estén en igualdad de condiciones”. 
¿Voluntad política o coyuntura?
Voluntad política. Son las palabras que repiten Ayuntamiento, sindicatos, partidos de la oposición y movimientos sociales en Linares. La linarense Ana Cobo lo sabe. Delegada de la Junta en Jaén, dos años concejala de Industria y once años directora de la unidad territorial de Empleo y Desarrollo Local y Tecnológico de Linares, es consciente de que todos los tiros van dirigidos hacia la Junta. “Yo sé la respuesta, y es que la única administración que ha dado la cara por Linares, que se ha volcado, ha sido la Junta. El Gobierno central ni ha aparecido por Linares. Claro, cuando no apareces tienes una ventaja, y es que la gente no te demanda nada”. 
Fruto de la respuesta institucional tras el cierre de Santana nace, en 2011, el Plan Linares Futuro. Presentado por tres consejeros y los secretarios generales de UGT y CC OO, el plan constaba de tres elementos: atracción de empresas, formación para desempleados y prejubilaciones para santaneros. Sin embargo, la fanfarria con la que se presentó el plan hizo que su caída fuese aún más dura. Todas las fuentes coinciden en que solo lo último se cumplió. UGT incluso demandó a la Junta ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía por su incumplimiento en octubre de 2014.  
“El Plan Linares Futuro fue nuestro Bienvenido Mister Marshall. Las empresas y las autoridades se anunciaron, se hicieron la foto pero no se acordó nada. Se priorizó el sostenimiento social por encima del sostenimiento industrial. Pan para hoy y hambre para mañana”, opinan desde la plataforma ciudadana Todos a Una por Linares. Una paz social que no alcanzó para todos los trabajadores del sector industrial clausurado. Los llamados grupos b y c, de empresas auxiliares y los menores de 50 años, aunque fueran santaneros, “quedaron fuera del acuerdo, bajo la promesa de conseguirles un trabajo que muchos de ellos, a día de hoy, siguen esperando”, comenta Ricardo Jiménez, trabajador santanero de la CGT.  
El fracaso del Plan Linares Futuro hace que exista escepticismo en torno a la Iniciativa Territorial Estratégica (ITI). Una herramienta europea que permite encauzar los fondos de Bruselas para una estrategia unificada. Sin embargo, la pugna entre PP-PSOE para delimitar el ámbito de la misma, provincial o comarcal, acentúa las dudas. Incluso con la afirmación de la delegada Cobo de que los compromisos sí pueden asumirse ahora “porque la coyuntura económica ha cambiado”.  
El alcalde linarense, Juan Fernández, del PSOE, afirma sentirse “totalmente defraudado” por la Junta y lamenta que “el tema de la ITI es un mareo más de perdiz, porque los que llevamos mucho tiempo en esto, si no vemos qué se va a hacer, cómo se va a hacer, cuánto se va a invertir, quién lo va a hacer… todo termina en folios escritos sin ejecutarse”.
De ahí que Fernández, al igual que los sindicatos, reclamen el cumplimiento del Plan Linares Futuro. “Sigue vigente y es una deuda histórica de la Junta con Linares”, argumenta el alcalde. Para la concejala de IU Selina Robles, “la ITI es una cortina de humo para distraernos de un plan serio de reindustrialización”. Una propuesta defendida por IU desde 2010 y aprobada por unanimidad en el Parlamento andaluz en 2014 y en 2017.  
La plataforma Todos a Una por Linares, sin embargo, sí se muestra más optimista: “Linares presenta homogeneidad en su necesidad, por tanto, el dinero que venga solo puede ir a fines industriales y empleo”. Si bien apuestan por una ITI comarcal aunque la gestione la Diputación. 
Desindustrialización andaluza
A pesar del récord de paro, y de la lucha que ha situado la reivindicación de Linares en el debate estatal, no es la única ciudad que sufre la desindustrialización. El propio alcalde lo reconoce: “Al margen de si tenemos el 35% o el 45% de paro, el verdadero problema es la pérdida del tejido productivo, como también le pasa a El Ferrol, Granollers o Puerto Real. No es un problema exclusivo de Linares, la desindustrialización se está viviendo en otros municipios”.  
Un problema que, para la concejala de IU, se ceba especialmente en Andalucía. “La situación de desindustrialización forma parte de las decisiones neoliberales de esta nueva etapa del capitalismo. En el reparto del pastel, a Andalucía le toca ser zona de turismo, servicios, tapeo y fiesta”, opina Selina Robles.  
Carlos Arenas, historiador y autor del libro Poder, economía y sociedad en el sur. Historia e instituciones del capitalismo andaluz, ratifica la idea de que existe un proceso de desindustrialización global para Andalucía que no es reciente, sino que lleva siglo y medio. “La participación de las industrias andaluzas en el Estado era de un 24% a mediados del siglo XIX, ahora es de cerca de un 10%”, estima.  
Con datos del Anuario Estadístico andaluz, en 2016 el sector industrial empleó a 196.700 personas, frente a los casi dos millones en todo el Estado. Un proceso que Arenas achaca a que “la burguesía andaluza no ha tenido vocación industrial y enterró sus capitales en latifundios”. Argumenta que “las bases del nacionalismo económico español se han orientado hacia la reindustrialización del norte. No les interesa la industria porque configuraría un mercado laboral más rígido”. Su diagnóstico es refrendado sobre el terreno por CC OO. “Yo me he reunido con grandes empresarios y presidentes de bancos. Y me reconocen que no les interesa dar ese poder de negociación a los trabajadores. Interesa la esclavitud de las peonadas, mientras que el sector industrial tiene un fuerte poder sindical”, afirma Francisco Cantero, secretario provincial de CC OO. Un panorama que hace que el profesor Arenas se muestre muy crítico con el papel de la Junta: “Lo que tenemos hoy es lo que teníamos en el franquismo. Seguimos igual. La Junta de Andalucía y el PSOE no ha tenido voluntad o capacidad política de cambiar la trayectoria. Estimular y vertebrar a los pequeños industriales no va en la línea de los intereses de multinacionales ni banca foránea”. De ahí que el historiador reivindique “soberanía económica y energética, alimentaria” para Andalucía.  
“Como cuando alguien se te muere, el dolor más grande viene mucho después”, decía la CGT en 2011 tras el cierre de Santana. Una frase premonitoria que encuentra en la enorme y abandonada Casa del Pueblo de la UGT, en el centro de la ciudad, un símbolo de tres declives: la fuerza de la industria, el poder de los sindicatos y el progreso de Linares.  
LA LUCHA POR EL PAN Y EL TRABAJO

19 de julio de 2017. Mientras las playas andaluzas estaban atestadas y el fantasma del paro desaparecía durante unos meses al calor del turismo masivo, una ciudad del interior clamaba por su supervivencia. Linares salía a la calle en pleno verano, reclamando empleo y defendiendo los trabajos industriales que aún perviven en el viejo complejo industrial de Santana. El conflicto de Aeropoxy, empresa con 54 trabajadores dedicada a la fibra de vidrio y los materiales compuestos enfocados al sector aeronáutico y ferroviario, avivó la llama de la lucha obrera sacando a 5.000 personas a la calle.
En noviembre de 2016 la empresa presentó el primer expediente de regulación de empleo temporal (ERTE) de diez meses para 33 trabajadores. Finalmente se llegó a un acuerdo para que entrase toda la plantilla y tuviera carácter rotatorio durante seis meses, “bajo la promesa de que en diez meses el problema estaría arreglado, pero pasados esos seis meses tuvimos que renovar otros cuatro con las mismas condiciones”, explica Ramón Rayo, trabajador y miembro del comité de empresa.
El problema continuó cuando la empresa entró en concurso de acreedores. Tras dos ERTE seguidos, les comunicaron que “pasaban directamente a la fase de liquidación”. No obstante, Ramón se muestra tajante: “Después de la primera reunión con los administradores, el 14 de septiembre de 2017, lo que tendrían que haber hecho es cerrar la empresa”, ya que se había aprobado la liquidación. Pero tras varias movilizaciones lograron que los administradores concursales vieran una posibilidad para la empresa con “la unidad productiva en funcionamiento”.
Con ese conflicto laboral abierto, cual sal en la herida que recuerda el drama industrial de la comarca, nació la plataforma ciudadana Todos a Una por Linares. Manuel Gámez, presidente de la Cámara de Comercio local y uno de sus portavoces, reconoce en el 19 de julio el punto de arranque del movimiento. “Esa misma noche un compañero creó un perfil en Facebook con el título ‘Todos a Una por Linares’, en referencia a Fuenteovejuna. Y en una semana ya tenía 8.000 seguidores”. Ya había una indignación acumulada, fruto de “una mayor tasa de paro, de exclusión social y migratoria”, dice. El mensaje de la plataforma es sencillo: a favor de Linares y en contra de nadie. “Algo que logró empatizar con muchos sectores. Todas las puertas se abrieron: asociaciones de vecinos y deportivas, los hoteles también se volcaron. Incluso la clase política nos reconocía que este revulsivo había sido positivo”, comenta otro de sus portavoces, Antonio Barrios. 
"Indignación acumulada"
Con esta idea, la plataforma convocó una manifestación el 14 de septiembre “para un fin común, salvando las diferencias ideológicas, sin distinción entre obreros y empresarios, entre jóvenes y mayores”. 40.000 personas respondieron portando la bandera de Linares y catapultando el conflicto a escala estatal.
Sin embargo, el proceso de movilización ha estado lejos de ser sencillo. La pugna entre clases o banderas ha estado presente. Para Antonio Barrios, la protesta del 19 de julio “no tuvo la repercusión que debería haber tenido dada la situación de la ciudad. Hay mucha gente que no entra por el tema de las banderas. Se siente el inconformismo de la gente, pero no se identifican con ninguna de las fuerzas que hace el llamamiento”. 
CC OO, que impulsó la protesta del 19 de julio, se desmarcaba públicamente dos días antes del masivo 14 de septiembre. Su secretario provincial, Francisco Cantero, lo explica de esta forma: “Entendíamos que ofrecía una utopía a un problema complejo, sin señalar a los culpables y sin denunciar las reformas laborales que están precarizando a la clase trabajadora. Otro punto en de­sacuerdo era la invisibilización de nuestras siglas, que es lo que pretendían, que fuese como una marca blanca”. Por su parte, Antonio Barrios reconoce que les “dolió” que IU y CC OO dijeran que “no querían deshacerse de su simbología y que no iban a participar”. 
A pesar de ello, tras esta protesta, el Ayuntamiento creó un consejo sectorial donde están integrados sindicatos, Cámara de Comercio, colectivos sociales y todo el arco político.
Una historia de luchas. En los últimos años Linares ha vivido varios 14S. El 15 de marzo de 2014 se repetía la estampa en la Plaza del Ayuntamiento, así como el 21 de octubre de 2012. Pasan los años, pero el desempleo permanece. Y con él un mensaje: “Reindustrialización ya”. 
Todas estas movilizaciones han evocado los años 90, cuando Linares también respondió para defender su pan. La crisis de Santana Motor comenzó en 1994 cuando la compañía japonesa Suzuki decidió retirarse de Santana. A partir de ese momento “se generó una gran movilización”, recuerda Ricardo Jiménez, trabajador santanero de la CGT. “En un primer momento creíamos que íbamos a superar ese bache cuando la Junta compró Santana, pero en 2001 quedó claro que lo que querían era disgregar la empresa para desunir a los trabajadores”, añade.
Ana Cobo, delegada de la Junta en Jaén, no comparte la visión sobre la responsabilidad de la Junta andaluza: “No considero que la Junta haya cerrado Santana. Se quedó con Santana para salvar los miles de empleos. Pero no podíamos mantener una industria con millones de pérdidas año tras año con dinero público. Eso hubiera sido un menoscabo de fondos públicos. Manteníamos a Santana en la UCI de manera artificial”. Aunque reconoce que el batacazo fue enorme, al vincularse todo el crecimiento a Santana: “Había poca diversificación, teníamos todos los huevos en la misma cesta”. 
Lo cierto es que los trabajadores —con 828 votos a favor, 157 en contra y 154 abstenciones— apoyaron poner fin a 55 años de industria automovilística en Linares y en Andalucía. Según Jiménez, “por la complicidad de UGT y CC OO, que estuvieron a las órdenes de lo que dictaba Santana”. Algo que niega Cantero, quien cree que el cierre era inexorable ante la marcha de la multinacional. “Es fácil ver los toros desde la barrera, pero intentamos proteger a los trabajadores”. Cobo coloca el cierre de Santana en el marco de “un mundo globalizado, al igual que se han ido otras empresas a Marruecos, a China o La India”. 
A pesar del tiempo transcurrido y de nuevos mensajes transversales, la lucha en clave obrera continúa en Linares. Los trabajadores de Aeropoxy siguen a la espera de un inversor para sostener la empresa, con la cuenta atrás ya en marcha, pues su carga de encargos finaliza el 30 de junio, fecha en que cerrará irremediablemente. Por eso Manuela Jiménez, de IU Linares, tiene clara la lección aprendida de los 90: “Si se logró entonces que Santana no cerrara fue por la lucha obrera en la calle. La manifestación del 14S no basta. Los papeles sabemos que se quedan en el cajón”. 
AUGE Y DECADENCIA DEL EMPLEO EN LINARES


1956. Se crea la Metalúrgica de Santa Ana. En 1961, Santana Motor comienza la fabricación del Land Rover. 

1983. Fin de la licencia para construir el Land Rover. En 1984, fin de la actividad minera en Linares. 

1985. Santana Motor comienza la fabricación de Suzuki. En 1991, Suzuki se convierte en accionista mayoritario de Santana Motor. 

1994. Suzuki se retira de Santana Motor, con 2.400 trabajadores, y la Junta de Andalucía la asume convirtiéndose en la única accionista. 

2004. El Santana Aníbal, de fabricación propia, gana el concurso del Ministerio de Defensa para ser el vehículo oficial del Ejército de Tierra. El presidente de Santana Motors anuncia beneficios para 2008. Huelga del metal en la provincia que dura dos días. 

2011. Cierre de Santana Motor. Tras 17 años en manos de la Junta, acumula 287 millones de euros en pérdidas. Se inicia el plan ‘Linares Futuro’. 

2012. Año de gran conflictividad sociolaboral en la comarca. 20.000 personas se manifiestan para pedir un plan industrial. Trabajadores de Santana Motors paralizan un Pleno Municipal, ocupan una oficina del SAE y obligan a suspender actos institucionales.  

2013. Cesión de los activos de Santana Motors, por parte de la Junta de Andalucía, a los ayuntamientos de Linares y La Carolina. 

2017. Manifestaciones masivas en Linares. La más concurrida congrega a 40.000 personas en una localidad que no llega a 60.000 habitantes y que cuenta con la tasa de desempleo más alta del Estado. 

2018. La Consejería de Fomento anuncia que el “puerto seco” de Linares no estará operativo antes de 2024.

23 febrero 2018 - El Salto con Alfonso Torres

Comentarios

Entradas populares